domingo, 24 de enero de 2010

El Plan de Once años..

A lo largo de este curso hemos analizado profundamente lo que ha sido la educación en el desarrollo histórico de nuestro país; hemos visto como intervinieron los maestros en la revolución mexicana y cómo se ha ido transformando el concepto de éstos a través de los años. También tuvimos la oportunidad de analizar las distintas propuestas educativas que han predominado en épocas posrevolucionarias y el impacto que han tenido en nuestro México. Ha llegado la hora de hablar acerca de una forma educativa que precedió a lo que fue la escuela socialista.

En la década de los años 50´s, nuestro país había alcanzado una estabilidad económica e industrial, pero en ámbito educativo el rezago y la desigualdad estaba a todo lo que da; era contrastante ver los índices de eficiencia terminal de la educación primaria: en el medio urbano de cada 1,000 niños terminaban 300; en escuelas rurales sólo 22 lo lograban y eso resultaba completamente alarmante. En 1958 llega a la silla presidencial Adolfo López Mateos y, al estar consciente de este gran problema, reconoce como la prioridad de su gobierno apoyar el rubro educativo; fue por ello que junto con Jaime Torres Bodet ponen en marcha el 1ro. de diciembre de 1859 un proyecto denominado Plan Nacional de Expansión y Mejoramiento de la Enseñanza Primaria la cual, en un plazo de once años, pretendía garantizar educación elemental, obligatoria y gratuita a niños de entre 6 y 14 años. Para la ejecución de este plan y procurar atender a un mayor número de la población se tomó en cuenta los resultados del censo de 1950, lo cual fue un gran error porque la explotación demográfica iba en ascenso año con año y a casi una década del censo no se tomó en cuenta a una gran cantidad de mexicanos que también necesitaban de la educación.

Cabe mencionar que durante el tiempo que se llevó a cabo este plan, dos de las principales carencias que se esperaban superar eran la falta de maestros y la escasez de aulas; para solucionar el primero se tuvo que incrementar el número de matrículas para las escuelas normales generando así una generación que veía en el magisterio una nueva forma para salir adelante y para el segundo punto el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de escuelas se encargó de solucionar la falta de planteles educativos. Al termino sexenal de López Mateos, lo suplió Gustavo Díaz Ordaz quien le dio continuidad a este plan aunque no con el mismo interés que su antecesor. Este plan siguió su curso durante este nuevo sexenio pero fracaso por el hecho de ser un proyecto a largo plazo, es decir, durante los años que se implementó la población continuaba creciendo de manera rápida y numerosa provocando un mal cálculo en el presupuesto… y terminando, Pfff, adiós intentos por balancear la educación en los diferentes sectores del país.

A qué llegamos con todo esto!?? Pues a lo mismo de siempre… Lamentablemente siguió llevándose a cabo la misma desigualdad social que desde antaño veníamos padeciendo, ya que la población urbana logró sobresalir y seguir desarrollándose mientras que los sectores más pobres del país no corrieron con la misma suerte. Quizás los problemas de este intento por mejorar la educación surgieron dese la formulación de la propuesta más que en su aplicación, ya que pensaron que conforme se desarrollaría el plan irían encontrando soluciones al mismo y desafortunadamente no ocurrió así… Pensaron que los mexicanos no seguirían apareándose y ya no tendrían más niños!?? Si desde esos momentos se hubiese hecho consciencia sobre la planificación familiar quizá hubiese sido una posible solución, pero no fue así.

Con todo esto puedo afirmar que si cada reforma educativa que ha surgido a lo largo de la historia hubiese cumplido con lo que se proponía, indiscutiblemente no existirían problemas como el rezago educativo del que tanto hablamos en la actualidad. Pero nada ganamos achacando culpas, mejor centrémonos en nuestro trabajo; quizá no sea mucho lo que podamos hacer porque nosotros como individuos no contamos con el suficiente recurso económico, pero dentro de nuestras posibilidades podemos contribuir con nuestro granito de arena, ¿cómo? Muy sencillo: identifiquémonos y comprometámonos con lo que hacemos; si yo como maestro no soy capaz de fomentar en los niños esas ansias de libertad, ese gusto por ayudarse y esas ganas de superarse, creo que es mejor que cambie de carrera. Se necesita gente con actitud y no la misma bazofia de siempre; ánimo amigos, hay mucho por hacer. Claro que nos encontraremos con quienes pretendan acabar con nuestros ideales pero esa vasca poco a poco se exterminará. No te desesperes, levántate, enjuágate el rostro, camina a tu aula y disfruta tu trabajo.

viernes, 8 de enero de 2010

La escuela socialista... ¿mejor que la racionalista?

Anteriormente di una reseña y expresé mi sentir sobre lo que fue la escuela racionalista en nuestro país; mencioné cuáles fueron sus principios ideológicos, de qué manera pretendía ayudar a los individuos, por qué no siguió su rumbo, etc. Ahora bien, me concentraré en dar una breve explicación de lo que fue la idea sucesora a este tipo de escuela la cual fue conocida como Escuela Socialista y finalmente haré una comparación.

Bueno, resulta que una vez terminada la Revolución Mexicana surgió la necesidad de estabilizar al país y desarrollarlo económica e industrialmente, por tal motivo se propuso establecer una escuela dogmática que permitiera formar a un nuevo modelo de hombre, la cual estuviese bajo la supervisión directa del Estado. Esta idea se concretó el 13 de diciembre de 1934 al modificarse el artículo 3ro. Constitucional estableciendo que la educación que imparte el estado sería socialista y además se excluiría toda doctrina religiosa, entre otros aspectos. Lázaro Cárdenas, quien se encontraba en la silla presidencial en esos momentos, tuvo que enfrentarse a una turba iracunda dirigida por el clero ya que ellos no estaban dispuestos a perder la participación directa que tenían sobre la educación de nuestros antepasados inditos incrédulos. Nuestra amada iglesia sentenció a sus fieles seguidores diciéndoles que desconocería a todo aquel que tuviese a sus hijos en algún tipo de escuela socialista porque eran “obra del chamuco” jajaja, bueno, dijeron cosas más feas pero eran algo por el estilo. Por las constantes presiones Cárdenas tuvo que ser un poco más flexible con ese dictamen y así la iglesia quedó conforme.

Algo muy bueno fue que al crear esta reforma se quería hacer llegar la educación elemental a todos los mexicanos, se pretendía capacitar científica y tecnológicamente a la población para desempeñar sus trabajos y fortalecer el desarrollo económico del país, así como incrementar el número de escuelas y profesores; por tal motivo se dispersó lo más posible atendiendo a la demanda existente en cada uno de los estados. Entre los principales beneficiados se encontró nuestro bello estado oaxaqueño, en el cual la educación solo había estado en manos de los hacendados de ese entonces, siendo ellos quienes dictaminaban qué y cómo se debería educar a nuestros paisanos. Según algunos autores, Lázaro Cárdenas fue el primer presidente en ciento quince años de vida independiente en reconocer la especificidad cultural de los indios y la necesidad de impulsar programas educativos acordes con ella; de esta manera se encargó de velar por la instrucción de las etnias y no rezagarlas.

En fin… Ocurrieron muuuuchas cosas más en este periodo y distintos actores participaron, pero hagamos una visión más detallada de lo que es en sí el socialismo. Buscando por la red la definición de éste término encontré lo siguiente:

“El socialismo es un orden social basado en la socialización de los medios de producción y su control administrativo colectivista, que puede ser estatal o no-estatal. El orden socialista se caracteriza por un control consciente de la sociedad como un entero (público) sobre las funciones económicas particulares que la integran.”

Con esa definición podemos darnos cuenta sobre qué intentaba lograr este tipo de escuela, pero estudiando la historia y echando un vistazo a nuestro alrededor nos damos cuenta que terminando el sexenio de Cárdenas el espíritu socialista de la educación murió. Aún así no podemos negar el avance educativo que tuvo nuestro país durante ese lapso de tiempo, ya que se procuró llegar a cada uno de los mexicanos y en gran medida se logró.

A ver compañeros, si les dieran a escoger: ¿Ustedes preferirían una escuela socialista o una racionalista? Puedo imaginarme una infinidad de respuestas con sus respectivas explicaciones. Ahora yo les confieso mi sentir al considerar que lo más conveniente para una sociedad sería llevar a cabo un régimen socialista.

Con la educación racionalista se pretende que el individuo elija su propia educación, que se valga por sí mismo, que se haga independiente y que se preocupe por sí solo; en cambio con la educación socialista siento que nos une una “hermandad”, ya no sólo me preocuparé por mí sino que veré a los demás como mis iguales y los ayudaré de acuerdo a mis posibilidades.
Sin embargo aquí se plantea la aplicación de una escuela dogmática que se encuentre a cargo del gobierno y he ahí el problema. Estaría bien siempre y cuando el pueblo fuese quien estipulara cómo y qué se va a a enseñar respetándose así los intereses del grupo y velaran por su tranquila coexistencia. Pero lamentablemente la realidad es otra: podemos ver cómo la élite se encarga de enseñarnos lo que a ellos les conviene para que nos cueste trabajo emanciparnos.
Considero que el sentimiento nacionalista nos une a cada uno de los mexicanos; por el simple hecho de pertenecer a una misma tierra tenemos algo en común, y es de esa forma como nosotros (maestros) podemos aprovechar para dar una mejor educación. Hacerles ver a los alumnos que la superación y el éxito no significa sobresalir a costa del otro, sino que tomados de la mano (como hermanos) podemos llegar mucho más lejos. Pero ¡aguas!... para poder conseguirlo debemos dejar de lado todo prejuicio siendo lo suficientemente maduros como para tolerar conductas ajenas a la nuestra y así encaminar todas en una misma dirección: ¡la que le beneficie a la mayoría! Es difícil, muy difícil quizá pero no imposible. De esa forma, mis amigos, estaríamos dignificando el título de nuestra profesión.