domingo, 24 de enero de 2010

El Plan de Once años..

A lo largo de este curso hemos analizado profundamente lo que ha sido la educación en el desarrollo histórico de nuestro país; hemos visto como intervinieron los maestros en la revolución mexicana y cómo se ha ido transformando el concepto de éstos a través de los años. También tuvimos la oportunidad de analizar las distintas propuestas educativas que han predominado en épocas posrevolucionarias y el impacto que han tenido en nuestro México. Ha llegado la hora de hablar acerca de una forma educativa que precedió a lo que fue la escuela socialista.

En la década de los años 50´s, nuestro país había alcanzado una estabilidad económica e industrial, pero en ámbito educativo el rezago y la desigualdad estaba a todo lo que da; era contrastante ver los índices de eficiencia terminal de la educación primaria: en el medio urbano de cada 1,000 niños terminaban 300; en escuelas rurales sólo 22 lo lograban y eso resultaba completamente alarmante. En 1958 llega a la silla presidencial Adolfo López Mateos y, al estar consciente de este gran problema, reconoce como la prioridad de su gobierno apoyar el rubro educativo; fue por ello que junto con Jaime Torres Bodet ponen en marcha el 1ro. de diciembre de 1859 un proyecto denominado Plan Nacional de Expansión y Mejoramiento de la Enseñanza Primaria la cual, en un plazo de once años, pretendía garantizar educación elemental, obligatoria y gratuita a niños de entre 6 y 14 años. Para la ejecución de este plan y procurar atender a un mayor número de la población se tomó en cuenta los resultados del censo de 1950, lo cual fue un gran error porque la explotación demográfica iba en ascenso año con año y a casi una década del censo no se tomó en cuenta a una gran cantidad de mexicanos que también necesitaban de la educación.

Cabe mencionar que durante el tiempo que se llevó a cabo este plan, dos de las principales carencias que se esperaban superar eran la falta de maestros y la escasez de aulas; para solucionar el primero se tuvo que incrementar el número de matrículas para las escuelas normales generando así una generación que veía en el magisterio una nueva forma para salir adelante y para el segundo punto el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de escuelas se encargó de solucionar la falta de planteles educativos. Al termino sexenal de López Mateos, lo suplió Gustavo Díaz Ordaz quien le dio continuidad a este plan aunque no con el mismo interés que su antecesor. Este plan siguió su curso durante este nuevo sexenio pero fracaso por el hecho de ser un proyecto a largo plazo, es decir, durante los años que se implementó la población continuaba creciendo de manera rápida y numerosa provocando un mal cálculo en el presupuesto… y terminando, Pfff, adiós intentos por balancear la educación en los diferentes sectores del país.

A qué llegamos con todo esto!?? Pues a lo mismo de siempre… Lamentablemente siguió llevándose a cabo la misma desigualdad social que desde antaño veníamos padeciendo, ya que la población urbana logró sobresalir y seguir desarrollándose mientras que los sectores más pobres del país no corrieron con la misma suerte. Quizás los problemas de este intento por mejorar la educación surgieron dese la formulación de la propuesta más que en su aplicación, ya que pensaron que conforme se desarrollaría el plan irían encontrando soluciones al mismo y desafortunadamente no ocurrió así… Pensaron que los mexicanos no seguirían apareándose y ya no tendrían más niños!?? Si desde esos momentos se hubiese hecho consciencia sobre la planificación familiar quizá hubiese sido una posible solución, pero no fue así.

Con todo esto puedo afirmar que si cada reforma educativa que ha surgido a lo largo de la historia hubiese cumplido con lo que se proponía, indiscutiblemente no existirían problemas como el rezago educativo del que tanto hablamos en la actualidad. Pero nada ganamos achacando culpas, mejor centrémonos en nuestro trabajo; quizá no sea mucho lo que podamos hacer porque nosotros como individuos no contamos con el suficiente recurso económico, pero dentro de nuestras posibilidades podemos contribuir con nuestro granito de arena, ¿cómo? Muy sencillo: identifiquémonos y comprometámonos con lo que hacemos; si yo como maestro no soy capaz de fomentar en los niños esas ansias de libertad, ese gusto por ayudarse y esas ganas de superarse, creo que es mejor que cambie de carrera. Se necesita gente con actitud y no la misma bazofia de siempre; ánimo amigos, hay mucho por hacer. Claro que nos encontraremos con quienes pretendan acabar con nuestros ideales pero esa vasca poco a poco se exterminará. No te desesperes, levántate, enjuágate el rostro, camina a tu aula y disfruta tu trabajo.

viernes, 8 de enero de 2010

La escuela socialista... ¿mejor que la racionalista?

Anteriormente di una reseña y expresé mi sentir sobre lo que fue la escuela racionalista en nuestro país; mencioné cuáles fueron sus principios ideológicos, de qué manera pretendía ayudar a los individuos, por qué no siguió su rumbo, etc. Ahora bien, me concentraré en dar una breve explicación de lo que fue la idea sucesora a este tipo de escuela la cual fue conocida como Escuela Socialista y finalmente haré una comparación.

Bueno, resulta que una vez terminada la Revolución Mexicana surgió la necesidad de estabilizar al país y desarrollarlo económica e industrialmente, por tal motivo se propuso establecer una escuela dogmática que permitiera formar a un nuevo modelo de hombre, la cual estuviese bajo la supervisión directa del Estado. Esta idea se concretó el 13 de diciembre de 1934 al modificarse el artículo 3ro. Constitucional estableciendo que la educación que imparte el estado sería socialista y además se excluiría toda doctrina religiosa, entre otros aspectos. Lázaro Cárdenas, quien se encontraba en la silla presidencial en esos momentos, tuvo que enfrentarse a una turba iracunda dirigida por el clero ya que ellos no estaban dispuestos a perder la participación directa que tenían sobre la educación de nuestros antepasados inditos incrédulos. Nuestra amada iglesia sentenció a sus fieles seguidores diciéndoles que desconocería a todo aquel que tuviese a sus hijos en algún tipo de escuela socialista porque eran “obra del chamuco” jajaja, bueno, dijeron cosas más feas pero eran algo por el estilo. Por las constantes presiones Cárdenas tuvo que ser un poco más flexible con ese dictamen y así la iglesia quedó conforme.

Algo muy bueno fue que al crear esta reforma se quería hacer llegar la educación elemental a todos los mexicanos, se pretendía capacitar científica y tecnológicamente a la población para desempeñar sus trabajos y fortalecer el desarrollo económico del país, así como incrementar el número de escuelas y profesores; por tal motivo se dispersó lo más posible atendiendo a la demanda existente en cada uno de los estados. Entre los principales beneficiados se encontró nuestro bello estado oaxaqueño, en el cual la educación solo había estado en manos de los hacendados de ese entonces, siendo ellos quienes dictaminaban qué y cómo se debería educar a nuestros paisanos. Según algunos autores, Lázaro Cárdenas fue el primer presidente en ciento quince años de vida independiente en reconocer la especificidad cultural de los indios y la necesidad de impulsar programas educativos acordes con ella; de esta manera se encargó de velar por la instrucción de las etnias y no rezagarlas.

En fin… Ocurrieron muuuuchas cosas más en este periodo y distintos actores participaron, pero hagamos una visión más detallada de lo que es en sí el socialismo. Buscando por la red la definición de éste término encontré lo siguiente:

“El socialismo es un orden social basado en la socialización de los medios de producción y su control administrativo colectivista, que puede ser estatal o no-estatal. El orden socialista se caracteriza por un control consciente de la sociedad como un entero (público) sobre las funciones económicas particulares que la integran.”

Con esa definición podemos darnos cuenta sobre qué intentaba lograr este tipo de escuela, pero estudiando la historia y echando un vistazo a nuestro alrededor nos damos cuenta que terminando el sexenio de Cárdenas el espíritu socialista de la educación murió. Aún así no podemos negar el avance educativo que tuvo nuestro país durante ese lapso de tiempo, ya que se procuró llegar a cada uno de los mexicanos y en gran medida se logró.

A ver compañeros, si les dieran a escoger: ¿Ustedes preferirían una escuela socialista o una racionalista? Puedo imaginarme una infinidad de respuestas con sus respectivas explicaciones. Ahora yo les confieso mi sentir al considerar que lo más conveniente para una sociedad sería llevar a cabo un régimen socialista.

Con la educación racionalista se pretende que el individuo elija su propia educación, que se valga por sí mismo, que se haga independiente y que se preocupe por sí solo; en cambio con la educación socialista siento que nos une una “hermandad”, ya no sólo me preocuparé por mí sino que veré a los demás como mis iguales y los ayudaré de acuerdo a mis posibilidades.
Sin embargo aquí se plantea la aplicación de una escuela dogmática que se encuentre a cargo del gobierno y he ahí el problema. Estaría bien siempre y cuando el pueblo fuese quien estipulara cómo y qué se va a a enseñar respetándose así los intereses del grupo y velaran por su tranquila coexistencia. Pero lamentablemente la realidad es otra: podemos ver cómo la élite se encarga de enseñarnos lo que a ellos les conviene para que nos cueste trabajo emanciparnos.
Considero que el sentimiento nacionalista nos une a cada uno de los mexicanos; por el simple hecho de pertenecer a una misma tierra tenemos algo en común, y es de esa forma como nosotros (maestros) podemos aprovechar para dar una mejor educación. Hacerles ver a los alumnos que la superación y el éxito no significa sobresalir a costa del otro, sino que tomados de la mano (como hermanos) podemos llegar mucho más lejos. Pero ¡aguas!... para poder conseguirlo debemos dejar de lado todo prejuicio siendo lo suficientemente maduros como para tolerar conductas ajenas a la nuestra y así encaminar todas en una misma dirección: ¡la que le beneficie a la mayoría! Es difícil, muy difícil quizá pero no imposible. De esa forma, mis amigos, estaríamos dignificando el título de nuestra profesión.

domingo, 15 de noviembre de 2009

LA ESCUELA RACIONALISTA… ¿Cómo fue que llegó a México y cuáles eran sus principios ideológicos?

He asistido a instituciones educativas desde que tenía 3 años. Empecé en el jardín, continué en la primaria, seguí en la secundaria, llegué a la preparatoria y en la actualidad me encuentro en el nivel superior. A pesar de que llevo 16 años de mi vida recibiendo una formación a partir de un modelo educativo no había descubierto que mi formación académica y personal se ha ido dogmatizando, y eso no solo ha ocurrido conmigo sino que, de igual manera, le ha estado pasando a las personas de todas las sociedades desde siglos atrás.

¿Recuerdan lo mencionado en Francia por Condorset? Por si lo olvidaron, él planteaba que las escuelas no deberían convertirse en espacios de adoctrinamiento, sino por el contrario, debería permitírsele al individuo actuar libremente y adoptar el punto de vista que mejor le pareciera. Ahora bien, un español llamado Francisco Ferrer Guardia recuperó esas ideas y las incluyó en lo que dio a conocer como: la Escuela Moderna. Gracias al apoyo económico de la señorita Ernestina Meunier, una dama rica que fue su alumna, Ferrer Guardia logró fundar en Barcelona, España la primera escuela que concebía una corriente anticlerical y pretendía liberar las mentes de la ignorancia y los dogmas. Puso en marcha su proyecto en 1901 y por azares del destino, en 1909, los poderosos de ese entonces consideraron conveniente aniquilarlo porque Guardia estaba consiguiendo que más personas pensaran con “su propia cabeza” y ya no con “la de los demás”.
Una vez muerto Ferrer Guardia sus ideas y pensamientos libertarios se dieron a conocer en distintas partes del mundo, llegando hasta nuestro país en el pleno auge de nuestra Revolución Mexicana. Fue así como en México se implementó este tipo de escuela (ahora denominada Escuela Racionalista) en los estados de Yucatán, Tabasco y Veracruz; el profesor José de la Luz Mena se encargó de fundar y defender la escuela racionalista en Mérida, creando la escuela de Chuminópolis que era donde se reproducía esta ideología que pretendía liberar a los individuos. Además él fue el encargado de darle promoción a este tipo de educación a nivel nacional, o cuando menos intentar que muchos más mexicanos lo conocieran En fin, hay mucho que hablar al respecto; por ejemplo, cómo se concebía esta propuesta educativa en el México de entonces; qué esfuerzos realizó de la Luz Mena para dar a conocer y preservar este tipo de escuela ante los revolucionarios y gente interesada en el cambio; cuáles fueron los argumentos que sostenía Mena para incluir la enseñanza “racional” en el art. 3ro; cómo fue decayendo la escuela racionalista hasta desaparecer; y cosas así… Sin embargo considero conveniente centrarme en explicar las pautas que seguía esta forma de educación y relacionarla con lo que podríamos lograr si se aplicara en la actualidad.

Primeramente la escuela racionalista se basaba en la razón (he ahí el por qué de su nombre) y tenía como lema “ayúdame a aprender”. Las respuestas a las preguntas de los alumnos no debían buscarse en explicaciones religiosas que sólo envilecían el espíritu y robaban la libertad de los niños; tampoco podían venir del Estado, porque enajenaba al individuo a través de un monopolio oficial ejercido en el campo de la educación; el alumno, con base en la ciencia experimental, debía indagar en la realidad, acompañado de un permanente espíritu crítico; fue por eso que en este tipo de escuela se hacía uso del “excursionismo” como una forma de aprender por medio de la observación y la interacción directa con la naturaleza. No contaban con planes ni programas que regularan su educación, sino que la enseñanza la dictaban y guiaban las necesidades e intereses de los alumnos constituidos en una comunidad de trabajo cooperativo y productivo. Esta ideología no se separa en ningún momento de los conocimientos científicos, sino que la ciencia se trabaja ordinariamente en la búsqueda de una explicación lógica y coherente del mundo que nos rodea, liberándonos así de todo dogma. Además, la escuela racionalista también se encargaba de preparar a las personas para ser autosuficientes; por ejemplo, les enseñaban oficios como carpintería, cocina, el cuidado de la tierra y demás actividades que les permitieran no depender de nadie y ser productores de su propio consumo; esto no con el afán de hacerlos superiores sino ser independientes y ayudar en cuanto a sus habilidades a los demás.

¿Se pueden dar cuenta de todo lo que nos ofrecía este tipo de escuela? En pocas palabras tenía como propósito ¡hacernos libres!, preparándonos así para una sociedad sin clases sociales. Si las intenciones de esta nueva forma educativa eran completamente buenas y convenientes para el proletariado, entonces, ¿Por qué no se institucionalizó la educación racionalista? ¡Exacto! Porque en caso de hacerlo habría más pensadores y eso no convenía a ningún burgués, a ningún cura ni a ningún político. Ahora bien, hasta cierto punto entiendo y estoy de acuerdo que para que haya orden y paz dentro de una sociedad se debe controlar la forma de pensar de los habitantes de ésta con el fin de buscar su tranquila coexistencia y progreso mutuo; pero esa tranquilidad y esas buenas intenciones se pierden por completo cuando aquellos que “nos ayudan” adoctrinándonos son los que se valen de nuestra ignorancia para aprovecharse de todos nosotros. En cierta ocasión, un profesor me dijo algo como lo que a continuación cito:

“el conocimiento es poder, y entre más sepas mayor oportunidad de controlar tendrás”

Y he ahí la respuesta a todo. Si se permitiera educar a los niños de todo el país en base a los principios de la escuela racionalista, se estaría formando una nueva generación de pensadores; personas que usarían su cerebro para cuestionar todo lo que está frente a ellos y que no se dejarían engañar tan fácilmente. Es por eso que se ha optado por el “adoctrinamiento disfrazado” mostrándonos modelos educativos que, lejos de emanciparnos, continúan acorralándonos en cercas que no permiten nuestro libre tránsito por la vida; por tal motivo comencé mi escrito de esa manera, expresando mi desconocimiento de todo eso que ha habido detrás de mi educación a lo largo de mi vida y de la cual llegué a adaptarme y acostumbrarme.

Tal vez todo lo que he escrito aquí tiene alguna postura dogmática y ni cuenta me he dado; difícilmente podemos confiar en algo o en alguien en estos tiempos. Pero aún así estoy seguro de que es lo menos adoctrinado que pude haber escrito, porque a pesar de que escuché el punto de vista del maestro de esta materia, y después de haber leído lo que hicieron Ferrer Guardia y de la Luz Mena, he podido crear mi propia interpretación de la realidad, sin decírseme que es lo que debería pensar. Quizás en la actualidad sea muy difícil implementar a gran escala el proyecto de la Escuela Racionalista y más porque respondemos a un modelo educativo mundial, pero aún así tenemos la oportunidad de hacer consciencia de qué es lo que estamos viviendo y en base a ello transmitir esa ansiedad de libertad que tanto se ha anhelado por siglos enteros; para ello debemos deshacernos de todo prejuicio y no ser presa fácil de la mentira. Recordemos lo que en cierta ocasión nos compartió Guiomar Namo de Mello, cuando dijo que:

"Conocer es, en ese sentido, dar un paso fundamental en dirección de la libertad de pensar, del libre ejercicio de la crítica, del abandono de nociones mágicas o supersticiosas sobre el mundo y las personas. Conocer el mundo es apropiarse de él y no ser presa fácil de la mentira, de la ilusión, del oscurantismo, de la demagogía, de la mistificación, del sectarismo ideológico..."


Una vez teniendo claro esto podremos entender más que es la libertad y en base a ello buscar las formas para acabar poco a poco con eso que nos hicieron creer a toda la masa; que lejos de ayudarnos nos ha hecho más ignorantes y dependientes de aquellos pocos que verdaderamente tienen todo el poder…

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El carácter laico de la educación y las reformas al artículo 3ro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Como recordaremos, el 5 de febrero de 1857 se llevó a cabo en nuestro país la promulgación de una nueva Constitución durante la presidencia de Ignacio Comonfort, la cual estableció políticas liberales tales como: libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de asamblea y la libertad de levantarse en armas. Garantizó libertades básicas civiles a los mexicanos; reafirmó la abolición de la esclavitud; eliminó la prisión de deudor; separó la educación de la religión; y disminuyó el poder de la iglesia católica. Lo que aquí nos interesa es saber qué se estableció respecto a la educación; es por eso que recalcamos que en su artículo 3ro. señaló que la enseñanza debería ser libre de todo dogma, es decir, que la intervención religiosa debería quedar excluida de las instituciones educativas. Ahora bien, esto nos va llevando a los principios que se tienen del término “laico”, pero el origen de esta palabra y su significado se remontan mucho tiempo atrás y en otra parte del mundo.

El término laico aparece en la historia a partir de la Revolución Francesa, cuando se pretendió que el pueblo fuese quien dirigiera el destino de la República y ya no fueran solo unos cuantos. Sin embargo esta palabra proviene del griego “laos” y significa “alguien del pueblo” o “pueblo llano” y hace referencia a que no hay privilegios para algo o alguien en particular; que no hay preferencias de ni un tipo ni una postura determinada; a pesar de esta definición, causa cierto asombro y curiosidad saber que en un principio este término se aplicó en las iglesias. Bueno, volviendo a la educación, en ese país hubieron dos propuestas muy importantes al respecto: una era lo planteado por Condorset al decir que las escuelas no deberían convertirse en espacios de adoctrinamiento, permitiéndosele al individuo actuar de manera libre y educarse a como mejor le pareciera y la otra fue lo dicho por Le Peletier que consistía en que la escuela debería ser obligatoria y que era necesario que estuviese regida por el estado. Con estados dos propuestas podemos ver que la ideología de Le Peletier mantenía una actitud adoctrinada por lo tanto no podía ser laica, pero como esa idea radical favorecía a la burguesía, indiscutiblemente fue la que ganó y se aplicó.

Volviendo a lo que en un principio estábamos planteando: ¿En qué nos quedamos? ¡Ah sí! Estábamos con lo de la constitución en nuestro país. Bueno, resulta que la constitución de 1857 siguió en vigor hasta poco después del movimiento armado originado por la revolución mexicana. Sin embargo Venustiano Carranza, en su carácter de primer jefe del Ejército Constitucionalista, convocó en diciembre de 1916 al Congreso Constituyente para presentar un proyecto de reformas a la Constitución de 1857. Él consideraba que muchos de los puntos que abarcaba la anterior constitución eran de carácter abstracto y especulativo, ya que no se apegaban a la realidad ni a las necesidades existentes en cada uno de los mexicanos. De esta manera realizó ciertas modificaciones y al art. 3ro le agregó otras pautas entre las que destacan que la educación debería ser libre, laica, gratuita y obligatoria. Fue así como el 5 de febrero de 1917 fue promulgada por el Congreso Constituyente reunido en la ciudad de Querétaro, y hasta nuestros días es la actual ley suprema de la Federación mexicana. Cabe mencionar que muchas de las modificaciones que se le hicieron a la antigua constitución fueron producto de las ideas aportadas por la revolución mexicana; era la esencia de lo que nuestros antepasados anhelaban vivir y que gracias a su valiente lucha logró hacerse posible. ¡Gracias bisabuelitos!

A pesar de que con lo antes mencionado podemos darnos un buen reservorio de información, les comento que eso no fue todo ya que ese artículo 3ro de nuestra Constitución ha sufrido numerosas reformas las cuales se han ido acoplando a los tiempos y formas de vida de la sociedad. La primera se efectuó el 13 de diciembre de 1924 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas y fue presentado por los diputados del Partido Nacional Revolucionario; en esa ocasión se recalcó que la educación que impartía el estado debía ser de carácter público, ajeno a toda doctrina religiosa, que debería estar basada en la verdad científica, fomentaría la solidaridad nacional y deberían haber ciertas restricciones a los particulares si éstos no se apegaban a los planes y programas establecidos por la Federación. Una segunda reforma se llevó a cabo el 30 de diciembre de 1946 por el ex presidente de México Miguel Alemán Valdés; en esta ocasión se hizo mención, por vez primera, que la educación impartida por la federación-estado-municipio tenderá al desarrollo armónico de todas las facultades del ser humano, así como fomentar el amor a la patria; además se indicó que ya no sólo la solidaridad se limitaría al ámbito nacional, sino que se extendería a lo internacional respetando así a los individuos de naciones extranjeras, y se indicaba que la educación buscaría el progreso científico luchando contra la ignorancia. La tercera reforma al artículo tercero fue efectuada el 9 de junio de 1980 a cargo del ex mandatario José López Portillo; esa ocasión fue histórica ya que fue en esa ocasión cuando se le dio autonomía a las universidades y a las demás instituciones de educación superior. La cuarta reforma se llevó a cabo el 28 de enero de 1992 por Dahten Rodríguez Jaime y aquí se precisó el carácter laico en la educación, además definió que el concepto de escuela primaria, secundaria y normal debería seguirse ajustando a los programas establecidos por la federación, recalcándose que la educación debería ser gratuita y obligatoria. Una quinta reforma fue dada a conocer el 5 de marzo de 1993 a cargo del ex presidente, “el innombrable”, Carlos Salinas de Gortari; ese individuo (por no llamarlo de otra manera) señaló los diferentes niveles y modalidades de la educación, enmarcando el preescolar, la primaria y la secundaria; también indicó que la educación superior procuraría el desarrollo de la nación, además de apoyar la investigación científica y tecnológica permitiendo así el fortalecimiento y la difusión de la cultura. La sexta reforma se anunció el 12 de noviembre del 2002 por don Vicente Fox Quesada; él planteó que eran sumamente necesarias la educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, siendo estas tres últimas las que conformarían a la educación básica, siendo esta obligatoria.
Además de estas reformas oficiales, en los últimos años se han llevado a cabo dos propuestas más las cuales solo han quedado en eso, en propuestas debido a que parten de supuestos que afectarían a distintos agentes los cuales no están dispuestos a dejarse vencer fácilmente. Por ejemplo el 29 de abril del 2008 se propuso fortalecer el principio de la gratuidad a través de mecanismos para fomentar la participación social en la educación; esto nos da a entender que si constantemente intervienen distintos agentes en la educación (en este caso particulares u organismos independientes) y si estos quieren invertir en las escuelas, entonces en algún momento dado querrán recibir algo a cambio, en ese sentido se pierde el carácter de gratuidad que se maneja en la constitución. Tengo entendido que surgió otra propuesta apenas en este año 2009 en el cual se planteó hacer crecer la educación básica pero hacia los niveles más altos, es decir que partiera de la primaria hasta el bachillerato, pero por ahí (según me contó mi profe Sebas) las educadoras de preescolar “pegaron el grito” porque no estaban dispuestas a que se les desconociera, ya que ellas también tienen su misión en el quehacer educativo.

En fin. Considero que con lo antes mencionado podemos darnos una idea clara de lo que ha sido la evolución del carácter laico en la educación de nuestro país, así como las adecuaciones y agregados que se le han hecho al artículo tercero de nuestra carta magna con el fin de recibir una educación que satisfaga las exigencias de la sociedad de acuerdo a las circunstancias (tiempo, modo y lugar) en la que se esté viviendo.

martes, 8 de septiembre de 2009

Mi reflexión sobre el texto "Las escuelas rudimentarias" de Rafael Ramírez

Rafael Ramírez nos comenta en su texto “las escuelas rudimentarias” sobre el gran periodo en el cual se contribuyó al movimiento educacional de México surgido de la Revolución, haciendo referencia a la aparición de las primeras escuelas rurales. Primeramente manifiesta la posición social que mantenía el campesino en la etapa pre-revolucionaria; se dice que este era inexistente a los ojos de los gobernantes ya que no contaba con voz ni voto; era explotado trabajando de sol a sol y día tras día ganando un sueldo miserable y lo peor de todo es que los desafortunados no eran unos cuantos, sino que representaban las dos terceras partes de la población de ese entonces, lo cual significaba nueve o diez millones de habitantes.

Una vez surgido el movimiento revolucionario los derechos exigidos por la clase menesterosa fueron ganando cada vez más fuerza; reclamaban la devolución de las tierras que les fueron injustamente arrancadas y su derecho a recibir una buena instrucción educativa. Cabe mencionar que anteriormente la instrucción significaba preparar al individuo para leer, escribir y contar. Sin embargo fue en 1912 cuando comenzaron a aparecer las primeras escuelas destinadas al campo y a pesar de que prácticamente se veía lo mismo que en la instrucción tradicional, se le dio un nuevo giro al concepto de educación en el país porque se establecían las primeras formas de la organización educativa, las cuales se irían perfeccionando años más tarde.
En vista de que la SIPBA no podía regular directamente este tipo de escuelas debido a que no alcanzaba una cobertura de atención a nivel nacional, surgió la necesidad de que el Congreso votara por una ley la cual pudiera estar al pendiente del desenvolvimiento de estas instituciones. Fue entonces que surgió la Ley Federal de Instrucción Rudimentaria en 1911 y por consiguiente todas las escuelas reguladas por esta ley fueron denominadas “escuelas rudimentarias” debido a que su función social era alfabetizar e impartir lo básico, es decir los rudimentos de la instrucción.A pesar de que esa ley tenía entre sus puntos esenciales la distribución de escuelas en sectores estratégicos de la población, la esimulación de la asistencia proporcionando alimentos y vestidos en caso de que así lo necesitasen, la impartición de la enseñanza en dos años, enseñar lo “básico” al indio, entre otros, al cabo de un tiempo todo el país se convenció de que esta no era el tipo de escuela que la gente pobre, india y mestiza necesitaba., ya que con o sin esas instituciones seguían padeciendo una vida miserable y llena de carencias. Por consiguiente estas escuelas desaparecieron en un par de años más adelante.
Aunque no se logró gran avance alfabetizador en el país con la implementación de estas escuelas, fue gracias a sus errores que se aportó una contribución valiosa al progreso cultural del país, ya que despertaron entre la población marginada ese anhelo por querer ser tomados en cuenta y tener de nuevo las propiedades materiales que en algún momento se les arrebató, así se presentó cambio en el concepto del tipo de escuela rural que el país necesitaba.

De todo lo anterior, me pregunto: ¿Qué pasó con todas aquellas pobres personas que tuvieron la mala fortuna de caer en las aulas de alguna escuela rudimentaria? No vayan a creer que mi pregunta tiene un fin despectivo hacia esos primitivos entes educativos ¡ehh!; lo que trato de dar a entender es que si bien esas escuelas NO fueron eficacez, (eficiencia quizá si tuvieron pero eficacia no) ¿qué fue de esos sujetos que sólo "perdieron" años tratando de aprender algo que los siguió manteniendo en las mismas condiciones deplorables de vida? Adivinen... ¡Exacto! ¡Siguieron en las mismas! Es decir, que ellos fueron los "conejillos de indias" para que las nuevas generaciones pudiesemos gozar de una mejor educación, ya que lamentablemente resultaron ser el experimento de un modelo educativo fallido. Por algo los maestros de ese entonces denominaban a estos centros educativos: "las escuelas de peor es nada".
Me imagino que muy pocos nos habíamos puesto a pensar en esto ¿verdad? Ahhh, ¡pero qué cómodos somos! Lamentablemente así está la cosa compañeros. Esos millones de mexicanos que asistieron a una escuela rudimentaria creyendo mejorar sus condiciones de vida, desafortunadamente no lo consiguieron. Deduzco que muy pocos lograron aprender algún oficio y con ello subsistieron modestamente por el resto de sus vidas, pero otros (la gran mayorpia de ellos) siguió en la pobreza y... murió.

Quizá la forma que utilicé anteriormente para expresarme fue un poco cruda, pero como lo dije en un escrito pasado: "no podemos tapar el sol con un dedo" y las cosas deben decirse como son. Ahora bien, a lo que quiero llegar es que es necesario, insisto, que nos identifiquemos con la profesión que vamos a ejercer; que tengamos bien definido cual será nuestra función social. Bien dice Jose M. Esteve que "el buen profesor se hace por ensayo y por error", pero debemos procurar que esos errores sean mínimos. No hagamos lo mismo que en el pasado, ya que en base a un error millones de mexicanos no lograron mejorar su vida y siguieron existiendo en una pobreza que gradualmente los aniquiló. Evitemos que nuestra falta de compromiso destruya a las nuevas generaciones y hagamos un buen uso del título de "maestro" porque recuerden que en nuestras manos estará la posibilidad de ayudar a los que más lo necesitan (y quizá no exclusivamente en materia educativa) para así obtener su libertad y hacerse más humanos. Me despido no sin antes compartirles una bella reflexión de Guiomar Namo de mello la cual refleja que los conocimientos que le brindemos a los niños les permitirán ver más puertas abiertas a lo largo de su vida:

"Conocer es, en ese sentido, dar un paso fundamental en dirección de la libertad de pensar, del libre ejercicio de la crítica, del abandono de nociones mágicas o supersticiosas sobre el mundo y las personas. Conocer el mundo es apropiarse de él y no ser presa fácil de la mentira, de la ilusión, del oscurantismo, de la demagogía, de la mistificación, del sectarismo ideológico..."

martes, 1 de septiembre de 2009

Los números favorecen a las minorías (Milada Bazant)

Durante mucho tiempo nuestro pais ha sido catalogado como una nación del tercer mundo, esto debido a la comparación que se le hace con paises más industrializados y a las carencias económicas en la que vive gran parte de su población. Otros, tratando de ser más positivos, sustituyen el término "tercermundista" por "país en vías de desarrollo", ya que de esta manera se plantea que nuestra nación no está del todo amolada. Sin embargo, siendo un poco más realistas y adentrándonos en las comunidades marginadas que aún persisten en el territorio nacional, nos damos cuenta de que no se puede tapar el sol con un dedo y que verdaderamente se necesita un mayor apoyo por parte del gobierno (tanto económico como educativo) para que estos habitantes logren salir de su miseria y puedan contribuir en el desarrollo de nuestro México. Quizá no sea suficiente satisfacer las necesidades económicas ya que el dinero va y viene, pero la educación, una buena educación perdura y transforma, ayudando al individuo a emanciparse y progresar; es por eso que debe hacerse incapié en proporcionar una educación más significativa en términos cualitativos y que procure atender completamente a las demandas de la población.
Milada Bazant nos comenta que a fines del siglo XIX casi la totalidad de los habitantes en México era analfabeta. En un afán por ayudar al país, Porfirio Díaz decidió tomar acciones que pudiesen mejorar significativamente esas cifras; de esta manera optó por expandir el servicio educativo en cada una de las comunidades existentes.
Se establecieron escuelas en las haciendas, rancherías y agrupaciones de población que no fueran cabecera de municipio, denominándosele a estas “escuelas rurales”. Se acordó que en cada colectividad de 500 personas sería necesario establecer dos centros educativos (una para niños y otra para niñas). En el caso de las poblaciones de menos de 200 habitantes y situadas a una distancia considerable de algún centro escolar, se establecería la enseñanza elemental por medio de maestros ambulantes. El proyecto era: “educar a todos los que se pudiera”. Sin embargó surgió una confrontación de opiniones al respecto entre los principales personajes de la época. Por ejemplo, Francisco Cosmes pensaba que la instrucción obligatoria era inútil porque de nada servía al indígena saber leer y escribir: esto no cambiará su suerte –decía- y por otra parte Emilio Rabasa expresó que antes de enseñarle a leer al indio era necesario liberarlo de sus propias miserias. Aún así Justo Sierra pensaba que la educación por sí misma sería suficiente para integrar al indio a la sociedad y mitigar las desigualdades sociales. Decía que la educación no sólo tenía que ayudar a leer, escribir y contar, sino que debía enseñarse también a pensar y sentir; de esta manera se pretendía educar al indio en base a su desarrollo moral y físico. Así que, siendo magistrado de la Suprema Corte de Justicia, Justo Sierra fundó la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1905 de la cual fue titular. A él se le debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México y por primera vez se planteó que la educación sería obligatoria, laica, gratuita y del estado. Además se prolongó de 2 a 4 años y se procuraba ayudar a los llamados “indios”, ya que no se les consideraba un estorbo.

El crecimiento escolar estuvo más bien concentrado en las zonas urbanas, provocando las diferencias tradicionales entre las ciudades y el campo. A pesar de la implementación de escuelas por todo el territorio nacional estas no fueron suficientes para atender las demandas de la población. Es por eso que al observar las estadísticas de escuelas primarias, la asistencia media de alumnos, los ciclos escolares terminados, frente al enorme esfuerzo que indudablemente sostuvieron los educadores del porfiriato, no podemos menos que sufrir una desilusión.
Cabe mencionar que la población indígena siempre fue un obstáculo para los programas educativos, pues mientras se consideraban inferiores, y mientras existía la polémica (lo cual existe actualmente en nuestra entidad) de si era mejor integrarlos o educarlos en sus propios idiomas, se pasaron los años y, por eso, los estados con mayor población indígena como Guerrero, Oaxaca y Chiapas han sido menos alfabetizados. La otra cara de la moneda nos muestra a los estados del norte tales como Coahuila, Sonora, Nuevo León, etc., ya que ahí se alfabetizó en una mayor proporción a sus habitantes. Otro aspecto por el cual los estados del norte lograron una mayor alfabetización entre su población, se debió a la importancia que cada gobernante le ponía a la educación y no necesariamente porque tuvieran los presupuestos más altos, por ejemplo la política de Ahumada y Creel en Chihuahua, Corral en Sonora y Reyes en Nuevo León, estaba centrada en la educación. Aunque también debido al auge ferrocarrilero, así como la inmigración que atrajo capitales y fomentó la industria y el comercio, unidos a la escasísima población indígena, fueron factores decisivos para el progreso educativo de estas entidades.
Durante el porfiriato también surgieron las escuelas privadas y las del clero, siendo mayoría las primeras que las segundas, sin embargo, no lograban superar en número a las escuelas públicas. Se les permitió a los particulares poner sus escuelas siempre y cuando siguieran los programas educativos impuestos por el gobierno federal.

En lo que respecta a los establecimientos educativos, es bueno recalcar que distaban mucho de ser a lo que actualmente conocemos como “escuela”. Resulta que si bien existían, no podían asistir a ellas hombres y mujeres juntos; para poder atender a esa población estudiantil se hacía lo siguiente: “los niños estudian en el horario matutino y las niñas en el vespertino”, y si llegaba a haber una escuela mixta (como en el caso de Chihuahua) habían dos patios distintos, uno en el que podían jugar los hombres y otro para las mujeres. Sin embargo siempre fueron a las escuela más niños que niñas (de cada 10, seis eran varones y cuatro mujeres) y esto se repetía con mayor incidencia en los estados más pobres como en Oaxaca, Chiapas y Guerrero.

De todo esto podemos resumir que durante el porfiriato se le dio especial atención a lo relacionado con materia educativa, incrementándose así el promedio de la población alfabetizada. Sin embargo la tarea de alfabetizar a la población quedó inclusa debido a la escases de centros educativos en las zonas pobladas, así como la mínima asistencia media de los alumnos y de los pocos ciclos escolares terminados. De cualquier forma nadie puede negar los intentos y logros que se llevaron a cabo durante las tres décadas que don Porfirio Díaz estuvo en el poder. En la actualidad vemos que los gobernantes nos dan cifras alentadoras en comparación con las del porfiriato, pero debemos estar conscientes que no todo el tiempo se debe decir: "estamos mejor que antes", "estamos menos peor", "vamos pasito a pasito". ¡No compañeros! Eso es una salida fácil para no querer reconocer que hace falta mucho por hacer. En vez de poner pretextos y querer minimizar la situación necesitamos ponernos las pilas y procurar ayudar de acuerdo a nuestras posibilidades. Tal vez no tengamos los recursos económicos para solventar las necesidades de un tercero pero mi trabajo hablará por mí. La misión que se nos está encargando (como docentes en formación) consistirá en ayudar al más desprotegido, al ignorante, al analfabeto, y si carezco todavía de una identidad profesional y desconozco cual será la función social que debo desempeñar, difícilmente provocaré un cambio para bien. Es por eso que los invito a que nos pongamos a reflexionar un momento viendo cómo estába nuestro país décadas atrás y cómo esta en la actualidad para que en base a ello nos tracemos una meta la cual procure ayudar a quienes debemos apoyar y tengan por seguro que la satisfacción que recibiremos sera placentera e infinita.

sábado, 29 de agosto de 2009

Síntesis del texto de Alberto Arnaut (Los maestros en la revolución 1910-1919)

Qué tal compañeros! Como sabrán se nos encargó que leyeramos un texto de Alberto Arnaut el cual hacía referencia a la posición del maestro durante el movimiento revolucionario de 1910. He aquí mi opinión al respecto...
Durante la lectura pude comprender cómo fue que la Revolución Mexicana provocó un gran cambio en nuestro país, puntualizando en lo referente al magisterio. Se menciona una y otra vez la función que mantenían las escuelas normales antes, durante y después del periodo revolucionario, así como el papel del los maestros y su incursión en esta movilización. Sin embargo sentí especial asombro cuando se mencionó que, desde tiempos memorables, el normalista había estado en contra de los universitarios; digo que me sorprendió porque hasta la fecha sigue existiendo esa rivalidad profesional. ¿O acaso estoy mintiendo?
El texto nos menciona que la inconformidad que tenían los maestros para con los universitarios era que los segundos gozaban de una mayor libertad al ejercer su profesión en un amplio campo laboral, en cambio al normalista se le limitaba en un campo en específico. Además el universitario adoptaba una postura conservadora y lejos de apoyar a los más necesitados en la lucha revolucionaria prefería respaldar al gobierno con tal de obtener un puesto político o un beneficio propio. Hasta la fecha podemos presenciar eso. Las personas con estudios universitarios pueden ejercer su carrera o también tienen la opción de "terminar como maestros", en cambio nosotros los estudiantes normalistas no tenemos tantas oportunidades: ¡O trabajas de maestro o no hay chamba!

En lo que respecta al levantamiento de armas en contra de las disposiciones oficiales de ese entonces, pude entender cómo fue que los maestros participaron de manera mayoritaria en comparación con los demás profesionistas; esto debido a que los fines que perseguían eran más cercanos a las ideas revolucionarias que los caudillos manejaban. Ante esto la figura del maestro fue sinónimo de “guerrero”, “luchador”, “líder”, etc. Cabe mencionar que la participación que tuvieron los docentes no fue exclusivamente para los movimientos armados, sino que también fungieron de educadores, orientadores y hasta líderes políticos, esto debido a que los caudillos de la revolución no habían cursado más que la instrucción primaria y necesitaban del apoyo de personajes preparados.
A pesar de que está confirmada la masiva participación del magisterio en este movimiento, se evidencia que antes de llevarse a cabo era muy poco el número de participantes que apoyaban esa idea, es decir, que en el periodo pre-revolucionario una minoría de docentes (en comparación con los existentes en todo el país) se encontraban apoyando dicha movilización. Fue hasta que se llevó a cabo la Revolución cuando poco a poco se fueron agregando a las filas para apoyar febrilmente a los revolucionarios.

Otra cosa que me conmocionó fue que, al leer el texto, me encontré con una expresión que decía: “Las escuelas normales fueron, al mismo tiempo, nidos conservadores y cuna de revolucionarios”. Me costaba entender lo que el autor pretendía decirme, pero fue más adelante (al seguir leyendo) que me pude dar cuenta del por qué decía esto. Resulta que la participación magisterial en la Revolución Mexicana nadie la niega, sin embargo en su momento el apoyo no fue masivo y eso se debió a que ciertas normales y ciertos normalistas se rehusaban a integrarse a dicho movimiento, optando así por seguir al servicio del gobierno y no cuestionar las injusticias que éste hacía. Un claro ejemplo fueron los maestros de la capital del país, ya que lejos de incorporarse a las demandas de sus colegas, siguieron prestando sus servicios sin pasar incomodidades. Esto nuevamente lo podemos presenciar pero con mayor claridad en nuestra escuela normal. Claro está que la formación docente debe ser nuestra prioridad pero tampoco podemos olvidarnos de participar en los movimientos estudiantiles porque verdaderamente necesitamos luchar para no perder nuestros derechos como normalistas. Aún así persisten aquellos tercos que se rehúsan a apoyar lo que por ende les corresponde hacer, provocando así lla molestia de muchos.

Una vez ganada la batalla, la profesión docente sufrió una transformación. La Revolución provocó una mayor inestabilidad en las condiciones de trabajo pero igualmente generó la formación de asociaciones magisteriales, ya no sólo de carácter pedagógico sino con fines sindicales y políticos más o menos explícitos. De esta manera abrió a los maestros mayores oportunidades para arribar a posiciones políticas que anteriormente se le habían quitado; por ejemplo, el acceso a los puestos gubernamentales y de representación popular. Con el paso del tiempo la figura del maestro siguió viéndose con respeto y su presencia tuvo mucha influencia en los lugares más marginados, ganándose así el respeto y la admiración de muchos campesinos. Créanme que me gustaría vivir un poco de eso. Espero (primero Dios) terminar exitosamente mis estudios y ser recibido en alguna comunidad que verdaderamente necesite de alguien que se preocupe por ayudarlos de acuerdo a sus posibilidades, porque ahí estaré yo con todas las ganas del mundo para apoyar con lo que se me ha asignado lo cuál es "educar para la vida".

Esto fue lo más significativo que pude rescatar de la lectura efectuada.